Una cooperativa textil creada por extrabajadores del disuelto Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) avanza con paso firme en su proyecto autogestivo. Changuita, ubicada en el barrio porteño de Mataderos, logró concretar una importante venta de indumentaria a la Red Nacional de Alimentos Cooperativos, marcando un nuevo hito en su joven historia.
“Estamos inmensamente felices de compartir una noticia hermosa. Nuestra indumentaria de trabajo está hecha con amor por la cooperativa Changuita”, expresó la Red en un comunicado. “Felicitamos y agradecemos a cada integrante por su profesionalismo y por ser un modelo inspirador”.
Desde la Red también destacaron que “la historia de Changuita es un faro de resiliencia” y que su ejemplo demuestra cómo la cooperación puede transformar la adversidad en oportunidades sostenibles y equitativas.
De la disolución del INADI a la creación de un nuevo espacio laboral
Changuita nació tras la disolución del INADI, formalizada por el Decreto 696/2024. Frente a la pérdida de sus empleos, un grupo de seis trabajadores decidió organizarse bajo el modelo cooperativo. “Buscamos generar un espacio de trabajo para sostenernos económicamente, pero también para acompañarnos en este contexto tan hostil”, contó Alan Otto Prieto, integrante del proyecto.
La cooperativa produce indumentaria inclusiva, pensada “para todos los cuerpos y fuera de las lógicas de explotación que muchas veces atraviesan la industria textil”. En sus primeros pasos, el grupo participó en ferias y eventos, donde logró establecer vínculos con otras organizaciones de la economía solidaria.

Esa red de contactos derivó en la reciente compra de 50 buzos y 50 remeras por parte de la Red de Alimentos Cooperativos. “Fue una alegría enorme. En un momento en que cuesta vender una prenda, que otra cooperativa decida invertir en la indumentaria de sus trabajadores es un gesto enorme”, destacó Prieto.
Crecimiento y producción con enfoque social
Con más de un año de trayectoria, Changuita continúa ampliando su producción. A sus clásicas remeras lisas y estampadas sumaron buzos, pantalones y prendas de algodón frisado. Para la temporada primavera-verano, lanzaron una nueva colección con buzos de algodón rústico.
“Vamos creciendo muy despacito, reinvirtiendo lo que ganamos. Es la única forma de sostenernos y ofrecer precios accesibles en un contexto tan difícil para la industria textil”, señaló Prieto.
La cooperativa trabaja con una mirada inclusiva y de derechos, vinculada a la Federación Unión Nacional de Cooperativas Argentina de Trabajo (FUNCAT). Su objetivo, explican, es producir indumentaria accesible, duradera y adaptable. “Nuestras remeras se las puede poner tanto una compañera de 75 años como un pibe de 15. Son prendas pensadas para todos”, concluyó Prieto.
Fuente: ANSOL



















